Hace un par de días estaba muy cómodo, solo en la casa, viendo las finales de la NBA (Go Lakers!). Mi equipo le estaba echando una pela al equipo contrario. Tanto así que empecé a animar al equipo contrario para que no se dejaran dominar por esos pesados.
En el momento en el que se veía esperanza que el equipo siendo derrotado humillantemente empezara a mostrar signos de recuperación, supe que mi soledad se había acabado. Oí la puerta abrirse.
Mi Esposa e hijo llegaron con muchas cosas que contar y hablar. La conversación fue algo como esto:
Esposa: sksdl sdjsdlf asdñ ksadfñ asdñflkañsd (serie de sonidos ininteligibles)
Yo: Si! Que chévere (sin despegar los ojos del televisor)
Esposa: asdjñsad alsdfjklañ cortes de cabello.
Yo: ahh ok. (ya sentía mi atención desviándose del televisor. Me esforcé en el juego un poco mas)
Esposa: asdfjkl añlsdjf fasdf jsafasg parsdanasdfdo lasdfj (logré centrar mi atención nuevamente en el juego a pesar de las distracciones del entorno)
Yo: Si?
Esposa: asdfjkl añlsdjf no jg parando lasdfj (Identifique cierto tono de agresividad en la inflexión de las palabras. Nada muy bueno me parecio)
Yo: ok ok. Mañana vamos (me tome un riesgo)
Enzo: Api, api, api (Me concentración en el juego se desvanecio. Mi hijo me llamaba)
Esposa: Vámonos Enzo y deja de estar llamando a tu papa! Tu ni siquiera conoces a tu papa! (Tomo de la mano al niño y se oyó una puerta cerrándose con más fuerza de lo necesario)
Todo esto me dio a entender una cosa… En el futuro me esperan largas peleas de paternidad ya que amo a ese triponcito y nunca dejaría que otra persona se lo lleve por muy “biológicos” que se puedan etiquetar sus reclamos.
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