miércoles, 28 de abril de 2010

El Masaje

Unos días antes de partir para Australia mi esposa se empeño en que me hiciera un masaje y una limpieza facial porque supuestamente eso me permitiría estar mas relajado y mostrar una mejor cara en las entrevistras de trabajo.

Inicialmente me negué rotundamente porque estos últimos días en Venezuela han sido medio emotivos y eso de masajes y limpieza faciales suena como a que me podía bajar los niveles de masculinidad aun mas. Sin embargo, la insistencia de mi esposa fue mas rotunda aún.

Resignado a que ya nada me salvaría de lo que venía me fui para la tienda de masajes o masajadería, como sea que se llamen, De camino al sitio le pregunto a mi esposa si los masajes los daba una mujer o un hombre. Ella rápidamente me respondió que los daba una mujer. Era mentira!

Una vez en la sala de masaje puse mi mejor cara de pocos amigos, sin embargo el tipo resulto ser full pana y sabía como romper el hielo fácilmente y a los minutos ya había bajado las defensas. Incluso estando en ropa interior.

Una cosa acerca de los masajes es que no son esas caricias tiernas y lentas que uno normalmente cree. No, en realidad te echan una pela como si te hubieses portado mal durante la misa del domingo. Sin embargo acepto que la cuestión se siente bastante bien. Quizás vuelva a repetir la experiencia dentro de otros 30 años.

La parte incomoda vino después cuando viene una chica a hacerme la limpieza facial. El doctor-masajista me dice que me puedo quedar así o si me siento incomodo me puedo vestir. Yo como macho que no le teme a nada y nada lo disturba, le digo que no tengo problemas y que me puedo quedar así. Eso fue un error!.

Me acuesto boca arriba y muy decentemente el doctor me cubre de la cintura para abajo con una toalla (tengo que recordar enviarle un regalo al doctor por ser tan considerado). Consciente de la situación en la que me encuentro y a sabiendas de que pronto viene una chica a hacerme masajes en la cara, me pongo a idear un plan de acción para evitar accidentes incómodos. Llego a la conclusión de que la mente lo domina todo y busco un tema seguro en el que me pueda concentrar durante toda la sesión. Sin embargo, nada se me ocurría y la chica ya estaba por terminar de preparar su pociones o como se llamen. Finalmente llega a mí. El tema en el que me podía concentrar. Pensaría en cómo escribiría una “entrada” en mi “blog” sobre toda esta experiencia del masaje. Ese era el tema salvador que me ahorraría humillaciones y penas. No lo fue!.

Normalmente cuando voy a escribir acerca de algo prefiero simplemente sentarme al frente del computador y dejar que salga todo, al estilo de “cómo vaya viniendo, vamos viendo”. Luego edito un poco y listo. Lo que NO trato de hacer es pensar mucho en lo que voy a escribir porque si lo hago mi MENTE empieza a divagar e imaginarse situaciones, escenarios y cosas de lo mas locas y aunque empiece pensando en digamos… como disminuir o paliar el fenómeno del aumento del odio entre las clases sociales del país termino pensando en la inmortalidad del gato o porque la gente cree que el gato es inmortal en primer lugar. Es un caos. Por lo tanto, yo le doy su debido respeto, pero trato de permanecer lo mas alejado de ella posible.

En este caso no se me hizo posible, el solo hecho de estar acostado ahí poniendo toda mi concentración en como relatar esta historia llevo mi mente a hacer de las suyas y mientras se me ocurrían un montón de cosas que nunca en mi vida publicaría aquí me di cuenta que tenía una sonrisa en el rostro. Alarma!, la chica podía pensar en que la sonrisa se debía a sus masajes y no a la inmortalidad del gato, así que me concentro y vuelvo a poner mi cara sería. Sigo pensando mas cosas y vuelvo a poner la sonrisa en mi rostro sin darme cuenta. Trato de quitarla nuevamente, pero la cuestión de tratar de NO hacer algo es que más te provoca hacerlo, así que me resigno a dejarla allí y empiezo a pensar en lo que puede estar pensando la chama al verme con esa sonrisa en la cara. Esto me parece muy cómico y para este momento empiezo a sentir como se me tensa la cara porque simplemente no puedo aguantar las ganas de reír. Aguanto durante un minuto mas, tratando de concentrarme en mi blog, pero ya siento las lágrimas en mi cara y tengo que dejar salir una de las carcajadas mas ruidosas y largas de mi vida.

Me abre reído como 10 minutos y durante todo ese tiempo trato de explicarle a la chica que estaba pensando en algo y que me dio mucha risa. Pero se me hacia difícil decirlo entre risas. Finalmente la chica me dice que no me preocupe y que es muy bueno reírse para la salud. Me calmo un poco y me vuelvo a acostar en la camilla. Ella sigue haciendo lo suyo y yo me vuelvo a concentrar en lo que iba a escribir y a pensar en que podía pensar la chica que yo estaría pensando que me podría hacer reír de esa forma y porque, en primer lugar, un hombre se reiría cuando una mujer le hace masajes en la cara en vez de tener otro tipo de reacciones más naturales. Lo que vino, era de suponerse, un segundo ataque de risas casí tan fuerte como el primero.

Logro calmarme como a los 5 minutos, pero el problema que tuve de aquí en adelante es que cada vez que la chica ponía un dedo sobre mi cara yo no podía evitar reírme y ella, que creo que era un poco sádica, hacía experimentos tocándome diversos puntos de la cara con un dedo y retirándolo rápidamente para ver mi reacción o como si hubiese un botón o suiche que ella pudiera desactivar.

Mientras tanto yo decido cambiar el pésimo plan de ataque orginal y trato de concentrarme en lo que sea excepto: blogs, entradas, masajes, gatos, chicas, risas y otros. Pero si no piensas en eso en que mas se puede pensar? En este punto deseaba no haber ideado nunca un plan de ataque y dejar que las cosas hubiesen sucedido de forma normal. Por lo menos así todo se pudiese haber catalogado de "natural". Esta nueva forma de tortura dura como 10 minutos mas hasta que finalmente me dice que terminamos.

Yo me levanto, me visto y empiezo a disculparme muy sinceramente con ella, explicándole que esto no me había pasado nunca antes. Ella sonríe y con una palmadita en la espalda me dice que es normal y que le pasa a algunos hombres. Termina de hacer la factura, me la entrega y ya no me reí mas por el resto del día.

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